¿Cómo funciona el estrés?

Te diriges a una entrevista de trabajo y notas un nudo en el estómago, tu corazón se acelera, las manos te sudan, y tu respiración se incrementa. Esta es una respuesta de protección normal que tu cuerpo genera, pues vive la entrevista de trabajo como un riesgo o una amenaza.

El estrés siempre ha sido una respuesta adaptativa para huir de un peligro y proteger nuestra vida, sea esta amenaza imaginaria o real.

¿Pero qué es el estrés exactamente? El Instituto Americano del Estrés (AIS sus iniciales en inglés) lo ha definido como “tensión física, mental o emocional”.

Cuando se produce una situación que percibimos como un riesgo, se activa el hipotálamo. Esta región del cerebro envía una señal a todo nuestro cuerpo para que se prepare para huir o luchar. 

A partir de aquí, comenzamos a liberar diferentes hormonas como la adrenalina, cortisol y noradrenalina.  

La adrenalina y la noradrenalina se encargan de acelerar el ritmo cardiaco, liberar células inmunológicas y enviar la sangre desde el sistema digestivo a los músculos para acelerar el tiempo de reacción (y así poder salir corriendo nada más entrar por la puerta en la entrevista).

El cortisol (o la hormona del estrés), al ser liberada, se encarga de reducir la capacidad del cuerpo para sentir dolor y curar heridas, además de generar energía para poder combatir la amenaza (por si te tropiezas cuando sales corriendo de la entrevista).

Pues bien, este circuito parece bastante “benévolo” si lo pensamos desde una dosis de estrés moderada, ya que nos ayuda a escapar o luchar ante un riesgo. Y es que una cierta dosis de estrés, nos ayuda a prepararnos para situaciones nuevas que requieran de nuestro máximo desempeño (a este estrés “benévolo” lo llaman eustrés).

El problema viene cuando pasamos de tener estrés de forma puntual a pasarnos la vida estresados. Carmen Sandi, líder de un laboratorio de genética conductual en Suiza, en un artículo en The Guardian dice que el problema actualmente, es que estamos activando un circuito ancestral de respuesta a la supervivencia en una entrevista de trabajo.

En una situación de estrés normal, las hormonas liberadas (adrenalina, cortisol y noradrenalina) afectan a nuestro sistema inmunológico, digestivo y cardiovascular. Este mecanismo que se activa cuando percibimos una amenaza, está hecho para liberar las hormonas y volver a un estado basal, pero si se activa el circuito muchas veces y durante mucho tiempo, se van generando cambios en las células y en los órganos, lo que deriva en diferentes enfermedades.

Por ejemplo, cuando nos estresamos, la sangre está más propensa a coagularse por lo que el riesgo de sufrir una enfermedad del corazón aumenta si la situación se prolonga. Además, que el estrés tenga un efecto antiinflamatorio, suprime nuestro sistema inmunitario, así que a la larga estamos más expuestos a contraer infecciones o enfermedades.

Elevadas y continuas dosis de estrés, está asociado, según diferentes estudios a problemas de salud.

Diversos estudios han mostrado la relación entre estrés y el desarrollo de problemas cardiovasculares, diabetes, insomnio, y depresión.

Y por si parece poco, también se ha encontrado la relación entre estrés crónico y problemas de memoria, disfunción sexual, pérdida de pelo, acné, fatiga y dolores de cabeza.

¿Qué podemos hacer para reducir las dosis de estrés en nuestro día a día?

Llevar una dieta equilibrada, hacer algún tipo de deporte o  ejercicio, y dormir lo suficiente son 3 elementos clave para mantener a raya el estrés. 

Pero además, una técnica muy eficaz es plantear la situación como un reto. Esto no significa que se elimina el estrés de la ecuación, pero la situación generará el estrés “benévolo” que comentaba que es necesario para desarrollar nuestra resiliencia (eustrés).

En cualquier caso, en el momento que el estrés nos sobrepasa durante un periodo de tiempo largo, es importante acudir a un especialista que mediante diversas técnicas ayude a desarrollar las habilidades para poder afrontar las situaciones que nuestro circuito de supervivencia percibe como un riesgo.







María José Santiago